Reposan en algún rincón que ya tengo olvidado, pero cada noche cuando
deposito mi cuerpo sobre el colchón, instintivamente se retozan junto a mis
lágrimas, vertidas sobre mis mejillas. Líquido transparente salado que mis ojos
emiten a escondidas de mi razón, mientras mi mente duerme. Y en la madrugada me
baño en lágrimas y me seco con vosotras hasta que os vuelvo a esconder, bien al
fondo de mi misma. El sueño tarda en volver a aparecer; la luna me acompaña
entonces en la soledad de este silencio que sólo mi débil respiración se atreve
a romper. Y, otra noche más, yo he ganado este juego y vosotras seguís a
escondidas.
Me hubiera gustado dejar algún texto, pero el día no ha sido muy bueno. La verdad es que hay días que sería mejor no levantarse. Os dejo por unos días. Voy a perderme entre playas y bosques, ruinas de otros tiempos, pasadizos a otros mundos, atardeceres con ojos a medio abrir y, tal vez, locuras de corazón. Espero volver con aires renovados, inspiración a borbotones y medias sonrisas sin descubrir. Besos a tod@s. Entrad en septiembre con recuerdos veraniegos y esperanza de próximas escapadas.
Suena a una batalla complicada con frecuencia diaria....
ResponderEliminar...gánela siempre señorita Ardid! :)
Todos tenemos batallas internas contra las que luchar, sólo que unas son más complicadas que otras.
EliminarUn placer contar contigo, Poeta de Botella. ;)
Mientras haya un siguiente amanecer, porque podría ser peor, mucho peor.
ResponderEliminarmuá.
En cambio las lágrimas nunca se esconden.
ResponderEliminarUn abrazo.
Volver a levantarnos salga o no el sol a la manyana siguiente es un poco ganar la partida... no tanto ocultar nuestro dolor, que siempre es menos cuando lo compartimos en vez de llevarlo a escondidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como yo me suelo decir: "No hay nada bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer"
EliminarBeijinhos ;)
Preciso y precioso!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Moira.
Eliminar