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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Sus recuerdos (reeditado)

Acostumbraba a echarse la siesta encima del sofá. Sus mini-shorts negros y su camiseta de tirantes eran su pijama de tarde. El toldo a medio cerrar. Las ventanas estaban desnudas porque le gustaba ver el mundo desde cualquier punto, pero sobre todo, le gustaba que el mundo le viera a ella. Su cuerpo derretido por las altas temperaturas, se agitaba por la inquietud de sus pensamientos. Acostumbraba a soñar despierta con los hombres que había deseado o que deseaba en su vida. Aquellas ideas eran suficientes para subir la temperatura de sus poros. El rugido de las cilindradas se aproximaba a sus recuerdos. Aquel 1,80m que conoció en una vieja cantina de Zamora volvía a su memoria. Sus caricias repartidas por debajo de su camiseta. Sus besos carnosos que la derretían entre su oreja y su clavícula. Sus palabras se transmitían a través de calladas miradas.  Ella, a horcajadas, encima de las musculadas piernas. Su falda se confunde, por encima de sus piernas, con el culote. Besos lento

Tú me encuentras, yo te busco

-¡Llegas tarde!, le dijo ella sostribada en la pared multicolor de la renovada biblioteca cuando él pasaba a su altura. . ¡¿Cómo?!, le pregunto él sorprendido por aquella interrupción de sus pensamientos. - Todos los días a las 10.30 horas entras por esta puerta. Según mi reloj ya son las once. Se quedó ella mirando directamente a sus grandes ojos verdes aceituna. - Me empiezas a preocupar. ¿Me estás vigilando? - Desde hace un mes miro cómo centras tu mirada en los libros más raros nunca vistos: latín, griego y cualquier otra lengua ya apenas hablada por unos pocos. - Será mejor que me vaya, dijo él mientras adelantaba su pierna izquierda. - ¿No quieres saber quién soy? - No creo que nos conozcamos. - Si en vez de mirar el largo de mi falda durante los tres últimos meses, me miraras a mí, me habrías reconocido, dijo ella sutilmente. De repente, la cara de él comenzó a desencajarse. Hacía tiempo que se había fijado en ella. Tenía una mirada muy dul

Trescientos sesenta y cinco días

1.450 lágrimas derramadas sobre la almohada. 875 pestañeos frente a los apuntes. 25 saltos de alegría. 17 sonrisas de incredulidad. 1.173 carcajadas acompañadas. 846 besos a dos lados. 184 sonrisas eternas. 12 abrazos de estación. 1.747 pensamientos sin descifrar. 635 sonrisas provocadas. 54 conversaciones entre la nocturnidad y el sol. 1 mirada directa. 1.850 risas en vieja compañía 30 orgasmos 12 polvos 0 caricias

Desaparecido

Sentada en el borde de la cama, buscaba entre pensamientos de aquella fugaz noche, el porqué de aquella ausencia. Sólo quedaba el olor de su cuerpo y las palabras susurradas a media voz. Apenas tres horas antes, la habitación había sido su campo de batalla. La casualidad quiso que se conocieran por primera vez en una barra de bar, donde ella suplicaba por una pequeña dosis de azúcar. Él, escuchando su dulce voz, osó a invadir un terreno que ahora ya no le pertenecía y le ofreció lo que ella tanto ansiaba, como si fuera una drogata esperando su dosis diaria. Mientras saboreaba los granillos de azúcar, sus ojos permanecieron cerrados, concentrándose única y exclusivamente en aquella labor. Por su parte, él, como quien vislumbra a un ser amado ya desaparecido a los pies de la cama, la observa con detenimiento, como si ella fuera un imán y él una pieza metálica que se siente atraída. Cuando ella abre los ojos y se fija en él, sus labios susurran su nombre, un nombre que nunca crey

A escondidas

Reposan en algún rincón que ya tengo olvidado, pero cada noche cuando deposito mi cuerpo sobre el colchón, instintivamente se retozan junto a mis lágrimas, vertidas sobre mis mejillas. Líquido transparente salado que mis ojos emiten a escondidas de mi razón, mientras mi mente duerme. Y en la madrugada me baño en lágrimas y me seco con vosotras hasta que os vuelvo a esconder, bien al fondo de mi misma. El sueño tarda en volver a aparecer; la luna me acompaña entonces en la soledad de este silencio que sólo mi débil respiración se atreve a romper. Y, otra noche más, yo he ganado este juego y vosotras seguís a escondidas.