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Mostrando entradas de octubre, 2012

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Le había cogido sentada en el baño. Estaba relajada, haciendo algo de fuerza y pensando en mil asuntos distintos cuando llegó ese mensaje. Ese mensaje que ojalá-pensaba-nunca lo hubiera leído. Ahora sólo podía afrontarlo . No paraba de pensar, ¡a mí ahora me viene con éstas! ¡Cómo sino tuviese suficiente ya con mi puto caos para venir a complicarme de nuevas! Ahora digo adiós, ahora regreso. ¡Pero qué se cree que soy un parabrisas!, así de indignada se mostraba Diana mientras hablaba en voz alta para sí misma. Menos mal que estaba obligada a tener postradas sus posaderas, duras de dos horas de gimnasio diarias, que si no ya habría perforado hasta el vecino del tercero. Sí, ése que, a pesar de estar casado y ser padre de dos niños, no para de mirarle las tetas en el ascensor, que algún día el babero se lo quita al bebé y se lo pone a él.  ¡Veinte y seis días!, ¡veinte y seis!, repetía ella. Desde que me dijo que nuestros caminos tenían que separarse. ¿Y yo qué hice, eh? ¿Qué hice?

Notas en mi Iphone

Cuatro caricias rodearon el alma. Cuatro miradas penetraron sensaciones. Cuatro intentos. Cuatro olvidos. Cuatro escondites. Yo elijo dos y tú otros dos. Me quedo con "debajo de tus brazos" y  "entre tus labios". Y, tal vez ahora empiezo a ser consciente de este cuatro que nos distancia; en el olvido de querernos, de poseernos, de encajarnos. De que fue lo que nunca será, se asentar bien las huellas en esta tierra que se lleva el viento cada madrugada de tu existencia, de hechos imposibles que se tornan probables bajo almohadas dormidas de deseos carnales. Cara a cara que se ocultan bajo el océano de la distancia. Pensamientos de ida y vuelta. A fin de cuentas, sólo cuatro letras. ----------- NOTA : Esto no es un intento de poesía puesto que es un género al que no trato de ni de alcanzar (me falta a mí sensibilidad para ello), sólo que como bien dice el título esto lo tenía escrito en las "Notas de mi Iphone&

Grecia en la distancia

Nota: Pulsar el enlace del final mientras se lee el texto   Los acordes de la guitarra suenan de fondo. Él está sentado en el borde mirando al mar. Las olas acarician las rocas con tanta suavidad que no se percatan que éstas las van desgastando lentamente, como dos amantes que se aman en la oscuridad de la noche. La llovizna empieza a llegar al suelo, pero él sigue impasible en su lugar. Es como mirar una fotografía en blanco y negro, donde el protagonista está de espaldas al objetivo. Mientras la observas te preguntas, ¿dónde estará su mente?, ¿en quién estará pensando? Tienes el deseo de estar ahí, sentada, a su lado, compartiendo ese momento, ese paisaje. Sentir como las gotas de lluvia descienden por tu rostro cual lágrima de tristeza, porque fue ella quien tomó aquella foto, aquella tarde de febrero. Una foto para su curso de fotografía, la última foto que tendría de él. Un domingo cualquiera que se quedaría grabado a hierro y fuego, a lluvia y silencio. Es paradójico l