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Mostrando entradas de septiembre, 2013

El único que no defrauda es el helado...

            Si ya me lo dijo mi madre: "no esperes príncipes, que esos no existen", pero oye, que hoy en día ni sapos hay quien encuentre. Nos hemos empeñado tanto en alcanzar la libertad sentimental y sexual, que nos olvidamos de las normas básicas de cualquier relación humana, y como principal está la comunicación. Y no voy a esa manía que parece pertenecernos, en exclusividad, a las mujeres, de tener que materializar verbalmente la mayor gilipollez, sino a una comunicación más profunda que hará que la conexión sexual sea explosiva (shhhh, es un secreto). Pero somos tan absurdos que nos conformamos con relaciones esporádicas donde el orgasmo parece un viejo timbre y, tal vez tengas suerte y suene, pero como el de enfrente no sea demasiado ducho, te habrás pasado tres meses en sequía para ni siquiera rozar las telarañas. Así que volverás a calentarte con las miradas furtivas que tú no paras de echarle al vecino de al lado, sobre el cual no dejas de preguntarte cómo coño

Viernes tedioso

       El atardecer hacía ya rato que se había escapado entre las nubes que aquella tarde inundaban el cielo de un gris ceniza. El pequeño edificio que albergaba el despacho de Fiama, apenas estaba frecuentado por el guardia de seguridad, una vez por hora, y la presencia, más que tediosa de la joven secretaria. Su cara oculta, tras una pantalla de 19 pulgadas, solía pasar desapercibida a los clientes que transitaban aquellas oficinas, incluso a aquellos que se sentían obligados a tratar directamente con ella. La falta de planes en su agenda hizo que aquella tarde de trabajo coincidiera con la oscuridad de la noche; emails contestados con la monotonía de quien sabe y hace bien su labor, documentación archivada con la atención necesaria.             Aquella madrugada, Fiama despertó algo sudorosa, emocionada, por la perversión del sueño que la visitó. En él, ella vestía una minifalda, que nunca hubiera osado a utilizar para el lugar de trabajo, y una camisa blanca, que acentuab

Definición

Ni te duermo ni te fabrico. Los sueños ya no llaman a la puerta de la oportunidad, aquella que jamás existió pero que una dulce inocencia, aún persistente en mí, batía por creer que sí. Luces que ciegan de oscuridad, un pensamiento muerto de sentir. Y el olvido de habernos perdido sin haberlo pretendido. Rebuscando en esta basura literaria que nos alimenta para creer que mi sentimiento es diferente al tuyo. Pero ambos amamos y perdimos sin ni siquiera habernos desnudado para la batalla, ésa que se cierne cada amanecer sobre nosotros, pero que la realidad barre tras de sí. Y no pensar impide sentir. Crear una cadena de palabras que no importan a nadie, probablemente ni a mí. Porque esconderse en la ruta más fácil para este olvido. No cansa. No agota. Sin extenuación no hay estimulación. El eco resuena en un timbre demasiado alto para acallar unas lágrimas derramadas entre soledad y almohadones blancos. Arañar las paredes de este corazón au