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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Entierro

Las palabras destrozaron nuestro silencio. Nada. No queda nada. Somos la nada. Caminos divergentes. Fuimos el todo. Recuerdos, historias, risas, miradas. Todo. Guardado en una vieja caja, postales, fotomatón, historias, locuras. Yo quemé las raíces. Tú recoges la escarcha de este corazón helado. Las lágrimas consuman nuestra última noche de sexo. Avanzamos separados. Mi camino está inundado de niebla. Las gafas se me empañan. Pido que el tuyo se despeje. Nada espero, vida. ¿Qué me ofrecerás? ------------- Nota: Estas breves palabras son el resultado de la canción que aquí os dejo ( Obus-Mintió ), de alguna conversación interesante y de una nueva etapa en mi vida que se inicia (aunque nunca hablo de mi misma en mis textos).

Huellas de resultado

Si me pusiera analizarlo, desde el principio, ahora vería todos aquellos indicios que me iban marcando la que acabaría siendo mi existencia. Pero, como nos pasa a todas, qué importa ceder un poco si al hombre que tienes enfrente lo amas con locura. Ahí está el primer error, la primera cesión sobre nosotras mismas a su capricho, en contra de nuestros principios, es el inicio de las continúas huellas que se irán marcando en nuestra memoria. Tal vez no sea la persona correcta para opinar ya que él formó parte de mi adolescencia y ahora de mi vida adulta. Mis conocimientos sobre relaciones no van más allá que mi propio sentido común y mis ansias de autorealizarme, alas que él se encargó de cortar hace ya tiempo. Al inicio de nuestra relación, todo era orgullo, sonrisas y alegrías. Sin embargo, el matrimonio se encargó de dotar de realidad nuestras vidas y de darnos a cada uno el lugar que creíamos tener, aunque a mí no me quedó más remedio que acabar aceptando el papel secundario, ine

Heridas de maquillaje

Mis manos empiezan a temblar. Con el corrector trato de tapar las ojeras de las escasas horas dormidas en las últimas semanas. El maquillaje ya no tapa las heridas. Ni dos capas son suficientes para disimular el tono violáceo que recorre mis pómulos. Siempre me digo que será la última vez, por mucho que él insista en que no lo volverá a hacer. Él rompe su promesa. Yo nunca cumplo la mía. Una falda demasiado corta. Una sonrisa inocente. Un gesto "inapropiado", según su parecer. Cualquier excusa le es suficiente para recriminar sus debilidades sobre mi cuerpo. Dedos marcados en mi brazo izquierdo. Empujones. Tirones. Un azote contra la puerta. Cinco puntos en la cabeza. Gotas de sangre sobre mis manos. Golpes en su conciencia. Mis manos tiemblan. La llave se introduce en la cerradura. El terror se apodera de mis músculos. Hubo un tiempo en que la pasión marcaba mis movimientos. Algo tan lejano que aún cerrando mis ojos con suma fuerza no consigo que los recuerdos vuelvan