Reposan en algún rincón que ya tengo olvidado, pero cada noche cuando
deposito mi cuerpo sobre el colchón, instintivamente se retozan junto a mis
lágrimas, vertidas sobre mis mejillas. Líquido transparente salado que mis ojos
emiten a escondidas de mi razón, mientras mi mente duerme. Y en la madrugada me
baño en lágrimas y me seco con vosotras hasta que os vuelvo a esconder, bien al
fondo de mi misma. El sueño tarda en volver a aparecer; la luna me acompaña
entonces en la soledad de este silencio que sólo mi débil respiración se atreve
a romper. Y, otra noche más, yo he ganado este juego y vosotras seguís a
escondidas.
Y, de repente, para, se yergue y se distancia de él unos escasos centímetros, que ni el silencio se hubiera atrevido a atravesar. Le mira directamente a los ojos. Ella roza sus propios labios con su lengua para terminar con un pequeño mordisco en el labio inferior, por la parte izquierda de éste. Él se mantiene inalterable en su posición, controlando su deseo por ella, aunque su entrepierna tenga vida propia y roce suavemente el muslo derecho de su enigmática compañera sexual. Ella se inclina sobre él y echa su cálido aliento sobre la fina piel de su cuello provocando que ésta se erice, para terminar con un lametón a la altura de la barbilla. Y sin que ambos se rocen, sus lenguas se acarician atrayéndose entre si para terminar en un apasionado beso, que aunque comienza lento, termina salvaje, ansioso, donde las manos invaden el cuerpo del otro. Él la sube a la altura de su cintura y la penetra fuerte, mientras ella le rodea con sus piernas y su espalda es ahora la que golpea la
Suena a una batalla complicada con frecuencia diaria....
ResponderEliminar...gánela siempre señorita Ardid! :)
Todos tenemos batallas internas contra las que luchar, sólo que unas son más complicadas que otras.
EliminarUn placer contar contigo, Poeta de Botella. ;)
Mientras haya un siguiente amanecer, porque podría ser peor, mucho peor.
ResponderEliminarmuá.
En cambio las lágrimas nunca se esconden.
ResponderEliminarUn abrazo.
Volver a levantarnos salga o no el sol a la manyana siguiente es un poco ganar la partida... no tanto ocultar nuestro dolor, que siempre es menos cuando lo compartimos en vez de llevarlo a escondidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como yo me suelo decir: "No hay nada bajo el sol que no tenga solución, nunca una noche venció a un amanecer"
EliminarBeijinhos ;)
Preciso y precioso!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Moira.
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