Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2010

Tres

      Eran tres, cada una con su propia historia. Hace tiempo, tuvieron un pasado en común, unos secretos compartidos. Ahora, ahora sólo son simples desconocidas colocadas en rincones diferentes de la vida, del carácter. El tiempo mermó su historia, sus conexiones. Sólo quedan pequeños hilos trasparentes y viejas fotos guardadas en un cajón. Tal vez, su amistad acumuló demasiado polvo; no hay bayeta que limpie tantos años de separación. Fueron una generación, pero en este momento ya pertenecen a otra. Una ama de casa dedicada a cocinar, sin pretensiones de crecer, una jugadora de corazones que nunca se acuerda de reciclar y, por último, aquélla que siente que la amistad se ha desmoronado como un castillo de arena al ser golpeado por una suave ola y siente como su pequeño corazón ha perdido una pieza de la esquinita derecha. La tristeza le invade a cada silencio. Tal vez la amistad siempre había sido etérea y sólo en este preciso instante se ha evidenciado la fragilidad que unía sus

Del odio y otros asuntos

        Todos hablan de amor, pero yo quiero hablar de odio. El odio inunda mis ojos, haciéndolos hervir como una cacerola de agua preparada para ser cocinada. Odio conducir en días de lluvia, porque parece que el fin de mundo va a llegar. Calles saturadas de paraguas. Gente oculta tras la máscara de invierno. Coches rebosantes de nervios y velocidad. Odio parar en el semáforo, porque mi vida no puede avanzar. Odio no descubrir cada amanecer y llorar bajo cada anochecer. Odio las amapolas por su simplicidad. Odio el color rojo porque sale a borbotones de mis venas. Odio mi invisibilidad al verme pasar. Odio que mi sombra no me acompañe en días grises. Odio actualizar cada segundo sin saber qué esperar. Odio mi cotidianidad. Odio que el sol enrojezca mi piel. Odio mirar la lluvia caer, golpeando cada cristal. En fin, odio TODO cuando no estás TÚ. NOTA: La mayor parte de mis entradas son creacciones creadas por mi imaginación, en un afán de evolucionar en mi escritura. No sé si lo c

La fuerza de la palabra

      He llegado a la conclusión que cada persona representa tres caracteres diferentes: primero, cómo somos realmente; segundo, cómo creemos que nos ven los demás; y, por último, cómo las personas nos ven según su criterio. Nosotros tenemos nuestra propia percepción de lo que creemos proyectar en aquellos que nos rodean, pero es probable que difiera bastante de lo que ellos puedan llegar a pensar. Sin quererlo, desvelamos nuestra personalidad, nuestro carácter, a través de las palabras que utilizamos, de los silencios que creamos, de nuestros gestos. Deberíamos realizar este pequeño ejercicio para que quien esté próximo a nuestro mundo nos revele su propia percepción sobre nosotros. Seguramente, nos sorprenderíamos bastante.        Aunque es difícil hilar este tema con el que viene a continuación, no deja de ser una temática común: las palabras y el inmenso poder que esconden. Ésta es, probablemente, la temática más realzable del libro Ne Obliviscaris de Fernando Alcal

¿Dulce pesadilla?

       Esa noche estaba cansada, por lo que decidí reposar mi cuerpo sobre el colchón, cubierta por un suave y ligero edredón. Aún conservaba las sábanas de seda, recuerdo de las noches de pasión del pasado fin de semana. Acostumbro a cambiar las sábanas todos los viernes. Es más divertido jugar a encontrarnos entre frías sábanas de seda, donde nuestros cuerpos resbalan continuamente, jugando a un pilla-pilla de minúsculas dimensiones. Esa noche me encontraba perezosa, por tanto, no mostré interés en buscar el pijama rojo de manga larga; opté por el camisón transparente de color negro, regalo de un viejo amigo del viejo continente. Creo que primero cerré mis ojos para luego cerrar mi mente, abriéndola así a nuevas experiencias e ilusiones que cada noche el subconsciente osaba regalarme. Mi cuerpo libre de presiones, mi mente libre de ataduras sociales. Así fue como entre medio sueños, medio fantasías, sentí mi boca humedecer mis labios. Intuía cada movimiento de mi cuerpo al rozar

¿Me das calorcito?

      Ven aquí y acurrúcate a mi lado. No te pongas tan lejos que no siento el calor que emite tu piel. Me gusta cómo la suavidad de tu pecho contrasta con la aspereza de tus manos. No pongas tus pies sobre los míos, porque me arrebatan el calor que ya he conseguido, acurrucada debajo del nórdico durante algo más de cinco minutos. Tú me miras con ojos traviesos, reflejo del niño que un día fuiste y ,que me atrevería a decir, aún vive en ti. Eres puro contrate. Manos ardientes de pasión, pies que me azotan en la pura realidad. Ahora, no me atrevo a estirar mis infinitas piernas por miedo a perder esta calorcito tan apetitoso. Quiero sentir tu calor. Nos imagino como las dos únicas piezas de un puzle sin medidas ni imagen definidas. A veces somos dos adolescentes disfrutando de su primer amanecer juntos. Otras, una pareja reposada en el tiempo y lo compartido. La mayor parte, un paisaje sencillo, sin ostentación, salvaje, virgen del ser humano. Y, así, dulcemente, mi cuello reposa sob

Inspiración

        Siento cómo tu primera señal de vida invade mi memoria, mis recuerdos, mi futuro. Rebusco en este viejo baúl deseando encontrarte para iniciar el camino. Sólo soy una ignorante esperando a ser moldeada en tus manos. Al principio, sólo me demuestras débiles rayos de luz, pequeños aperitivos de frágiles ideas sin determinar, sin expresar. En determinados momentos, invades cada poro de mi piel, cada resquicio de mi mente, manejas mis dedos como hilos conductores de tu expresión y yo mera actriz de tus pensamientos.  Y, aquí, espero a ser encontrada en cada momento por ti, por mi necesidad de tenerte cada vez más presente en mis pensamientos, en cada esquina, en cada gesto. Tal vez llegue el momento en que seas innata en mí, como dos hermanas siameses, compartiendo el mismo aura de inspiración. Yo seguiré esperando pacientemente a que me descubras como tu musa de expresión .