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Mostrando entradas de 2017

Pensar menos, actuar más

Y si dejas de esconderte entre palabras y empiezas a descubrir tus bazas. Y si nuestras conversaciones intermitentes pasan a convertirse en suspiros profundos. Y si yo dejo de buscarte en otoño, tú dejas de hacerlo en verano y empezamos un vendaval de estaciones entre las sábanas. Y si dejamos de sentir el frío y prendo fuego a tu entrepierna. Y si nos dejamos de suposiciones y desnudamos nuestros cuerpos. Y si yo como tu boca y tú pierdes tu lengua entre mis labios. Y si mi clítoris late por ti exigiendo una invasión en toda regla. Y si mi boca cubre tu glande y se humedecen mutuamente. Y si dejamos de jugar a esta lotería de seducción sin preámbulos y nos adentramos en los preliminares. Y si tú atrapas mis gritos con tu lengua y yo me convierto en tu madrugada. Y si tú pides y yo te digo cómo me gusta. Y si yo desempolvo mis muslos al embiste de tus caderas. Y si no dejamos para mañana el placer que podemos sentir hoy. Y si esto fuera una realidad en vez de palabrería.   

¿Droga o pasión?

Te deseo. Aquí. Ahora. Tus falanges erizando mi piel. Mi largo cuello convertido en un mapa de tesoros orgásmicos para tus labios carnosos. Tú pisas el acelerador mientras yo me apodero del freno. Tus movimientos circulares bajan directos hacia mi clítoris, ansiando aquello que tanto deseaba, pero que nunca poseyó. Mis yemas prefieren memorizar cada recoveco, cada músculo, cada cicatriz de tu cuerpo. Solo hay una oportunidad para poseerte, para poseernos. Una opción para recordarte en la oscuridad de mis sábanas. Tu lengua ha subido mis revoluciones. Mi mente marca tu espalda, tus brazos, ligeramente tatuados. Desearía ser una parte más de ellos y acariciarte cada noche, perdurando a la mañana siguiente. Has cambiado tu embrague de manual a automático, pero, a veces, resulta más interesante ser de la vieja escuela. Las marchas de cambio agradecen los movimientos de mi mano, adelante y atrás. Las caricias en cada semáforo para absorber tu calor. Las revoluciones en cada salida. Las

Fractura

Prostituyo mis letras porque mi corazón está demasiado agasajado por tu sinrazón. Alquilo por horas las sílabas con la ilusión de que el futuro sea tuyo, mío, sea nuestro. Y la máquina del desconcierto tiró abajo los cimientos tambaleantes de esta historia hecha a pedazos...de tu corazón helado, del mío quemado. Y quisimos derribar mitos y leyendas cuando lo único que había en nuestras manos era rutina, gritos y miradas de soslayo. Y de tanto amarnos olvidamos que tendríamos que haberlo hecho entre ambos, no cada uno por su lado. Regresar algún día a una orilla que dejó nuestras huellas, levantadas por el viento, azoradas por la inocencia de dos niños que de tanto decirse quererse, olvidaron hacerlo. Y de tanto repetirme olvidarte hasta yo parecí creerlo.

Somos efímeros. Haz que seamos eternos.

Quiero que tus manos dibujen mis curvas, cuenten mis lunares, obvien mi celulitis, mis cicatrices. Quiero que lamas cada rincón para que después tus labios sepan a nosotros. Quiero que me erices la piel sin necesidad de hielo ni desnudar mi alma. Quiero que tu voz sobre mi oído sea solo mía. Que tu lengua sobre mi clavícula provoque mi primer orgasmo. Quiero que diluvie ahí fuera para templar los calores que evocamos el uno frente al otro. Quiero que me recorras con mimo y salvajismo. Quiero que remuevas mi cuerpo. Prometo sacudirte el tuyo hasta agotarte de ti mismo. Quiero que tu boca sepa a mis labios, que mi lengua absorba tus sudores. Quiero que nos deseemos. Dentro. Fuera. En nuestros cuerpos. Quiero que folles mi mente para desear que nos lo hagamos mutuamente. Quiero calmar mis ansias, mis calores, mi pasión desmedida. No valores esta primera vez. Las mejores veces vendrán después. Quiero que despiertes mi cuerpo de este letargo, que recuerd

TE PROPONGO UN TRATO

T e propongo un trato. Sin nombres. Sin promesas. Sin temores ni salidas a toda prisa.  Yo juego a perderme entre tus piernas, a cincelar con mis uñas tus pectorales. Tú juegas a quererme cada noche y a olvidarme en el desayuno. Quiero enamorarme de tus lunares y que tú enloquezcas entre los rizos de mi pelo. Mis muñecas entre tu mano. Tus dedos en mi pezón derecho. Erizado. Mordisqueado. Suave. Delicado. Te propongo que hoy nos descubramos sin amores ni engaños. Quiero mis gemidos subyugados por tu boca. El aire de tus pulmones erizando mis labios. Te propongo un trato. Olvida lo que has aprendido, los cuerpos que siempre fueron los últimos, los labios que se agotaron sin apenas uso, las lenguas que no encajaron. Olvídalo y descúbreme. Sacude mis huesos, destensa mis músculos, penetra mi cuerpo con sosiego. Una primera vez de dos locos enamorados. O solo dos cuerdos invadidos de locura. Enamorados del sexo.  Del amor hablamos entre

Lavadora emocional

S er la que calienta la cama, pero nunca la que pervive hasta el mediodía.  Ser un rápido en la escalera.  Un beso robado a otra. Un porqué cuesta tanto querer cuando ya has querido una vez.  Y es cuando entiendes que el corazón te lo hiciste tú trizas, por dibujar en él ilusiones, emociones, pasiones que son para otros, pero no para ti.  Es cuando comprendes que el Siempre y el Nunca no deberían existir porque al pronunciarlos, te recordarán las promesas, los planes, los sueños que acaban por desaparecer como las letras de amor que los primeros enamorados escriben sobre la arena y las olas diluyen entre la espuma.  Porque la vida no sorprende si no es para recordarte que el mal está ahí y solo debe chasquear los dedos para que esta vez se pose sobre ti.  No soy la correcta, la adecuada, la idónea. Solo soy yo, con mis temores, con mis miedos, con mis lagrimas ennegrecidas escondidas tras el cristal. Con más arañazos que sonrisas. Con muchas batallas perdidas

No pacto

Alicia reservaba cada viernes para sí misma. Tras una larga semana de trabajo intenso, se sumergía en su bañera de patas doradas e iba sintiendo como los músculos de su cuerpo se descontraían lentamente. Un recorrido que comenzaba por los dedos de sus pies y desembocaba en los cabellos de su cráneo. El olor a rosas de las sales se fundía con los toques ligeramente amaderados de la botella de vino que descansaba en el bidé. Temperaturas contradictorias dentro de aquel particular espacio. La música entraba suavemente por sus oídos sin hacerle perder la concentración de las hojas que yacían entre sus manos. Cuarenta minutos después, su cuerpo descansaba en un mullido sofá y sus pupilas se perdían frente a la pantalla buscando una conversación nocturna de su interés. Conscientemente, le buscaba a él. Aquel que calentaba sus sueños desde hacía casi dos meses. Sin identidades. Una descripción ligera para que ambos no pudieran reconocerse en su pequeña ciudad. Unos ojos verdes allí. Una m