Ser la que calienta la cama, pero nunca la que pervive hasta el mediodía.
Ser un rápido en la escalera. Un beso robado a otra.
Un porqué cuesta tanto querer cuando ya has querido una vez.
Y es cuando entiendes que el corazón te lo hiciste tú trizas, por dibujar en él ilusiones, emociones, pasiones que son para otros, pero no para ti.
Es cuando comprendes que el Siempre y el Nunca no deberían existir porque al pronunciarlos, te recordarán las promesas, los planes, los sueños que acaban por desaparecer como las letras de amor que los primeros enamorados escriben sobre la arena y las olas diluyen entre la espuma.
Porque la vida no sorprende si no es para recordarte que el mal está ahí y solo debe chasquear los dedos para que esta vez se pose sobre ti.
No soy la correcta, la adecuada, la idónea. Solo soy yo, con mis temores, con mis miedos, con mis lagrimas ennegrecidas escondidas tras el cristal. Con más arañazos que sonrisas. Con muchas batallas perdidas donde no pertenecí a ningún bando, porque desconocía si era mejor el amor, el desamor o desertar.
Lágrimas contenidas en mis mejillas.
Porque es más fácil soñar que esforzarse.
Porque no basta con quererlo, hay que intentarlo.
Y en la boca del estómago anida el miedo
Las ganas se te agolpan
Un polvo a veces es como una mala digestión. Lo estás disfrutando en el momento, pero después te das cuenta de que no ha sido para tanto y te arrepientes de haberte saltado la dieta por algo que realmente no ha merecido la pena...
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Confesó