Ir al contenido principal

Aprendiendo a ser



Las agujas del reloj se apoyan la una sobre la otra, señal inequívoca de que es hora de echar a andar y que el tiempo no apremie. Tácitamente va dejando cada prenda sobre la colcha que cada mañana extiende con fervor, evitando la más mínima arruga. Esta noche es demasiado especial por lo que ha decidido desempolvar una bonita minifalda negra, que compró la temporada pasada, pero que aún no había encontrado la ocasión de estrenar. Para acompañar, la eterna camisa blanca. Comienza a vestir sus largas piernas con la sutileza de quien viste a una delicada muñeca. El roce de la media con el tacto de su piel hasta acabar a la altura de su muslo. De postre, un conjunto comprado para la ocasión; de esos que él le pedía, pero que ella veía como un mero disfraz de quien nunca llegará a ser. La minifalda roza con sus muslos y se hace la difícil para terminar el proceso de cierre. Frente al espejo, va cerrando uno a uno cada botón de la camisa, mientras por debajo se deja intuir el encaje que remata cada copa del sujetador. Una pequeña piedra negra sobresale sobre su pecho contrariando el perfecto nácar que representa la parte superior de su cuerpo. Mira con desdén los zapatos de tacón que en la caja esperan ser mancillados. Es como si sólo estuviera a un par de minutos de ser otra mujer, de ser aquella que él siempre había deseado, que tantas y tantas veces le había reclamado. Pero, lo que ella no sabe es que cinco centímetros de más no cambian la perspectiva. Tal vez fue él quien no fuera capaz de obtener de dentro la mujer que en ella había, y sólo obtuvo a la chica que estaba aprendiendo a ser. Sin embargo, cada veinte y cuatro de septiembre, ella se recuerda que ha aprendido a ser una mujer y el hombre que ahora llama a su puerta sí lo supo ver.

Comentarios

  1. Muy bueno, ella aprendió ^^

    ResponderEliminar
  2. Ante todo hay que aprender y no ser solo lo que otra persona quiera.
    Precioso texto, como siempre :)

    ResponderEliminar
  3. Gracias, chicas, por vuestras palabras. ;) Beijinhos.

    ResponderEliminar
  4. despues de la primera frase no pude dejar de leer
    :)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Confesó

Entradas populares de este blog

Sin definir

Me hubiera gustado dejar algún texto, pero el día no ha sido muy bueno. La verdad es que hay días que sería mejor no levantarse. Os dejo por unos días. Voy a perderme entre playas y bosques, ruinas de otros tiempos, pasadizos a otros mundos, atardeceres con ojos a medio abrir y, tal vez, locuras de corazón. Espero volver con aires renovados, inspiración a borbotones y medias sonrisas sin descubrir. Besos a tod@s. Entrad en septiembre con recuerdos veraniegos y esperanza de próximas escapadas.

Se acordaron de mí

Debería haberlo hecho la semana pasada, pero no he tenido demasiado tiempo libre. Por ello, os pido perdón. Primero, quiero agradecer  a Nelly de "Los Silencios de Nelly" por concederme el Premio "Flor Naranja". Para mí ha sido una grata sorpresa, no esperaba haberme hecho un huequecito tan pronto en este mundo. También, quiero aprovechar para agradecer a María de "Árbol de Luz" por concederme un dulce premio (mmm, ¡qué rico!). Muchísimas gracias por acordarte de mí.  Sólo espero que sigáis disfrutando de mis entradas y que a través de ellas, os provoque alguna sensación. En mi siguiente post, indicaré mis seleccionados para que disfruten de estos premios como estoy haciendo yo. PD: Si me he olvidado de algún premio (tenga esa sensación), por favor, decirlo y lo posteo. Gracias. Beijinhos.

Querido diario

Querido diario, Hoy venía desarreglado, como si no hubiera tenido tiempo a arreglarse. Tal vez, se haya desnudado para otra. Aunque eso ya no me importa. Hace tiempo que sus aventuras dejaron de importarme, y sin embargo, no consigo escapar de aquí. Parece que este maldito anillo bloquea mis fuerzas, mi voluntad. Hace tiempo que dejé de existir. Ya no existe la Aurora de antes o, por lo menos, hace tiempo que dejé de reconocerme frente al espejo. También dejé de buscar mi reflejo porque odiaba lo que en él veía.  Al principio, te culpabilizas por la situación. Te convences a ti misma que aquello es pasajero, que ha sido un hecho aislado, producto del stress, de la tensión o de cualquier otra cosa nimia que en aquel momento te parece lo más grande del mundo. Pero se repite una y otra vez. En cualquier momento. En cualquier situación. Cualquier día. Intentas prepararte, como si fuera necesario un ejercicio de meditación para calmar su ira, aunque el ejercicio lo hacía yo. Mi i...