Dulce mirada
Él intuye una mirada dulce tras los
cristales oscuros cuando tal vez sólo sean unos párpados cerrados en su propio
mundo. De lunes a viernes, su corazón palpita ocho veces y quince minutos,
justo cuando las puertas del autobús hacen un segundo intento por abrirse, esta
vez con éxito. Aquella cara acumula los excesos de inquietudes y las intensas
jornadas de preocupación por un futuro incierto y un final de mes sin cobro ni
recepción. Él le observa desde la distancia de cuatro asientos por detrás, a la
izquierda. Deseo de ángel protector que le despiertan sus gestos torpes y su
ademán descuidado. Y así cada ocho y cuarto palpitaciones de mirada escondida
en la línea 5.
Sugerente mirada
Los exámenes finales casi estaban
por desaparecer; ya sólo unos pocos rezagados se adentraban entre las
estanterías de la biblioteca pública, no se sabe bien si como huída de un calor
que abrasaba las aceras o por real interés de perderse entre aquellas paredes
que allí se hallaban.
Mel encontró su rincón favorito en
segundo de carrera y ahora, a punto de convertirse en maestra de poco y
aprendiz de mucho, se citaba con la incertidumbre de un camino incierto, cada
mañana. Aquel sábado la sala parecía más abandonada de lo habitual. Sus apuntes,
sobre una espaciosa mesa, eran acompañados de manuales didácticos y
fluorescentes multicolor. A menudo su mirada se perdía entre la oscilación del
silencioso tráfico y las formas que a su antojo adquirían las almidonadas nubes.
Dos sillas, a su izquierda, se percibía un suave olor a orquídeas negras que
recorría un cuerpo menudo. Aquella mirada peregrinaba entre las letras que se
mostraban nebulosas delante de sí y la suave curvatura de los pechos de Mel,
escondidos tras una camisa blanca. La desconocía humedecía sus labios con
lentitud, mordidos con la exactitud de la dulzura y el placer de la
provocación. Mel se inquietaba por debajo de su falda. Su corbata comenzaba a
rozar una piel visible detrás de unos botones desabrochados con presura.
Una mano
acariciándose a sí misma en la incitación del silencio. Dos miradas calladas y
estudiadas en el rincón de las letras.
Enfurecida mirada
Aquella mirada enfurecida en la hora
vespertina. Un encuentro tal vez necesario para dos, para quien cree querer,
para quien dejó de creer, sin más. Decepción sin excusas. Demasiado complicado
olvidar a quien nunca se recordó. Un instante de intensidad, breve aroma de una
cereza rota. Mirada. Cuando te atreves a ahondar en ese mar de barro claroscuro
y deseas que te atrape entre sus pestañas. Mirada enfurecida. Deseo de
descubrir aquello que te niegas sobre ti.
Todo lo que esconden las miradas...
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo!
Petons
Esconden demasiadas cosas, tristemente...
EliminarMuchas gracias ;)
interesante, y bien escrito como siempre :) saludos
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