Una habitación cualquiera. Cama sin
hacer. Una pequeña luz anaranjada encendida en la mesilla de noche. La persiana
a medio bajar. La noche ya ha caído. Montones de ropa se apelmazan sobre la
silla que acompaña a la mesa de escritorio, inundada de apuntes de los últimos
exámenes.
-¿Cuándo
nos volveremos a ver?, le pregunta él al reflejo de la mirada perdida que
se funde con el silencio que ya invade la ciudad, un jueves cualquiera, a las
dos de la mañana.
-No
lo sé, responde ella sin dejar de mirar más allá de los cristales de la
ventana, destapada de cualquier tela que los oculte del mundo. Cogió sus culotes
morados y su sujetador y comenzó a vestir su cuerpo desnudo. Vaqueros y una
sudadera negra fue su uniforme, pues lo interesante se ocultaba a los ojos de
un simple observador. Sin embargo él, sentado en la cama, ya con el
preservativo retirado, aunque aún con el pene erecto por culpa del cuerpo
desnudo que se exhibía delante de él, observaba la pequeña cicatriz de su
hombro derecho; la extraña flor dibujada sobre el fin de su espalda y
depositada sobre su nalga derecha, que cuando ella andaba parecía que el viento
la agitaba. Antes de cubrir sus pechos, se giró hacia él para regalarle la
última imagen de su cuerpo y él vio el reflejo del piercing que atravesaba su
pezón izquierdo. Entonces ella sonrió y sucesivamente fue tapando su desnudez
con delicadeza. Cogió su móvil y sus llaves y antes de cruzar la puerta, le dio
un dulce beso en la mejilla derecha. Y desapareció, otra noche más.
Tres horas antes llamó sin avisar
entrando en un comedor inundado de estudiantes jugando al Black Jack; dinero
sobre la mesa, alcohol entre las manos. Música y risas demasiado altas. Ella le
buscó con deseo. Él con ansiedad. Su retirada fue rápida y silenciosa y desde
su posición puedo observar cómo al cruzar la puerta del pasillo ella se
despojaba de la sudadera y se dirigía hacía su habitación.
Al entrar sintió las manos de ella
sobre sus hombros, su espalda contra la puerta y sus carnosos labios besando
los suyos. Las manos de él acariciando su piel desde sus caderas hasta llegar a
la altura del sujetador, dejando en libertad dos pequeños pechos que él recibe
en su boca con lametazos y mordiscos. Por su parte, ella le quita la camiseta y
las carzonas del entrenamiento y tira de su cabello hacia atrás mientras con su
lengua va lamiendo desde su cuello, bajando por su torso...... Ella se
arrodilla frente a él para poder continuar el recorrido por su cuerpo y va
retirando sus bóxers mientras con sus labios acaricia el pene. Después, lo lame
desde la base y al llegar al glande lo fricciona contra sus dientes, para
introducirlo inmediatamente hasta el fondo de su boca. Vuelve a sacarlo. Esta
vez lo succiona con su boca durante breves pero intensos segundos, mientras con
su mano izquierda acaricia suavemente sus testículos. Y........................
(Próximo capítulo mañana que toca madrugar)
Lo espero! El capitulo.....
ResponderEliminarSaludos Ardid.
Ya lo tienes. ;) Gracias por pasarte y por comentar. Besos.
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