Te equivocas
hoy. Te equivocaste el domingo. Te equivocaste la semana pasada. Una
equivocación tras otra. Palabras y palabras que se van encadenando una tras
otra. Distinto aunque siempre igual. Y lo único que se antoja es acurrucarse
mientras el frío helador penetra por la ventana, dejando que profundice hasta
los pulmones y helando cualquier pensamiento que cruce por dentro porque hay
veces que las palabras se atascan en la garganta y los dedos se bloquean. Por
mucho que nos empeñemos en conocer la respuesta, a veces nunca llegará.......
Nos escondimos en aquel viejo cuarto, tras las escaleras de la segunda planta, después de la sala de ordenadores de los de segundo de carrera, ¿te acuerdas? Dos pares de vaqueros tirados sobre el suelo. Mi camiseta sobre el pomo de la puerta. La tuya, sobre la pila de viejas CPU, de una generación ya olvidada. El aire la ondeaba como la bandera de un barco pirata reclamando su territorio. Golpeaste mi espalda contra la puerta, sujetando con firmeza mis brazos por las muñecas, quedando a tu merced. Me clavaste tu mirada con tal intensidad, que aún hoy sólo necesito cerrar los ojos para sentirla sola para mí. Me susurraste al oído derecho que cerrara los ojos y cuando mis párpados se bajaron sentí tus labios recorrer lentamente mi cuello hasta la clavícula, haciendo estremecer todo mi cuerpo. Tu lengua saboreó mis pezones haciéndolos endurecer. Ibas bajando hacia mi ombligo; tus manos acariciaban las curvas de mi cuerpo. Sutilmente retiraste la última pieza que cubría mi cuerpo, quedan
La respuesta se muestra esquiva, pero muchas veces, lo importante es saber hacer la pregunta adecuada. Bsos
ResponderEliminarTotalmente cierto ;)
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