Cuando ella llega
a casa, recoge una nota escueta del buzón que dice así:
A las 20.00 horas en mi casa.
Ponte
el conjunto negro y rosa con liguero, únicamente, y tacones.
P.
Ya maquillada y peinada, se apresura en buscar un abrigo que tape hasta la
altura del liguero sin dejar intuir que debajo solamente se esconde un
minúsculo tanga negro, sujetado a las medias por el liguero y un bonito
sujetador que le realza el pecho. Para no sentirse completamente desnuda decora
su escote con un corazón rosa. Los zapatos de aguja le dan otra perspectiva, la
de la osadía, el atrevimiento, la excitación de saberse desnuda paseando por la
calle. Cuando se introduce en el coche, el abrigo se le entreabre dejando
visible el muslo derecho cubierto por una media negra que hace esbozar una
sonrisa en un transeúnte, excitándola sin conocerlo.
Llamó a la puerta y ésta se entreabrió. Tímidamente se adentró
en la claridad que la luz de las velas podía ofrecer, llamada por la música que
sonaba en el viejo tocadiscos. Por la espalda, le arrancó el abrigo dejando su
cuerpo al descubierto, irisado por la similitud de la luz de las velas y su
blanquecina piel. La noche empezaba a ocultarse. El mar golpeaba con fuerza las
rocas al otro lado de la carretera. Él la miraba con ojos exhaustivos,
memorizando cada cicatriz, cada marca, cada lunar. Las puntas de sus dedos
recorrieron desde sus dedos hasta sus hombros, estremeciendo cada poro de su
piel. Éste era su juego. Sólo para él. Hoy le tocaba jugar a él. Ella permanecía
quieta, a la espera de sus órdenes. Él optó por sentarse en el sillón mientras
la observaba.
- Quítate el
sujetador.
Ella dirige sus
manos hacia su pecho y procede a desabrochar su sujetador, cayendo éste sobre
la alfombra. Destapando dos sonrojados pezones erectos.
- Acaricia tus
pechos, muy suavemente.
Sus menudas manos
se dirigen hacia sus jóvenes y tersos pechos que son acariciados en pequeños
círculos. Con sus dedos pellizca sus pezones al tiempo que observa como el pene
de su compañero va creciendo bajo su pantalón.
La excitación de
ella va creciendo entre sus piernas a la par que él va desnudando su
cuerpo. Su torso cincelado. Su pene erecto. Sus brazos musculados.
Ella muerde sus
labios deseando poseer su cuerpo. Saborear su esencia.
- Haz desaparecer
tu tanga, pero conserva las medias.
Sutilmente, ella
va desabrochando cada uno de los elásticos sin apartar la mirada de sus ojos,
dejando caer el tanga a la altura de los tacones.
Su excitación se
pierde entre sus muslos, lo que él observa con detenimiento.
- Baja tu dedo
hacía tu clítoris y muéstrame como te excitas.
Y ella cumple sus
órdenes porque éste es el juego que ellos han pactado. (Continuará)
Deberías haber visto mi cara al llegar al "Continuará".¡Quiero leer más!
ResponderEliminarjejeje Espero que la continuación haya merecido ;)
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