Estimado Alex:
Siempre dijiste que las palabras son elementos
vacios que solos unos pocos somos capaces de dotar de verdadero valor. Nunca
entendí la poca importancia que tú les dabas, yo que he volcado mi existencia
en darles vida, llevándolas más allá de la simple faceta que pueden llegar a
representar. Tal vez sólo por eso ya estábamos predestinados al desastre. Sin
embargo, siempre me han gustado los riesgos y para mí fuiste alguien a quien
descubrir, mi pequeño tesoro. Me insistías en que me olvidara de cavar sobre
ti, pues lo único que podría encontrar era una inexactitud de sentimientos, a
los que nunca quisiste poner etiquetas. Pero, más bien, era un baúl de
dolorosos recuerdos que preferiste enterrar sin darles una buena sepultura. Te
lanzaba mis preguntas de análisis, para sólo llegar a conocer la punta de tu
iceberg, sin embargo, tú las apartabas como un espléndido jugador.
Hubiera conquistado el cielo, sólo por conocer un
pedazo de lo que se esconde en ti. No fue posible. Ello me hace pensar que no
era yo la persona elegida para descubrirte, para curarte las heridas. Y ahora
eres un pequeño animal herido que se esconde en la oscuridad, buscando refugio
en brazos efímeros y caricias con fecha de caducidad.
Sólo hubiera pedido, que alguna vez, te hubieras
refugiado en mí.
Hasta siempre.
Preciosa carta :)
ResponderEliminarGracias, Mandarina. Bienvenida.
ResponderEliminarPedazo de declaración, yo leo esto y me tumbo a tus pies.
ResponderEliminarGracias, niño. Tal vez algún día la pueda utilizar. ;)
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