Ir al contenido principal

Caos en mí.

El caos invade mi alma. Mi cabeza está subyugada a mis pensamientos mediocres. Me torturo cual reina fracasada en las escalinatas hacia el éxito. Analizo cada poro de mi piel buscando mis imperfecciones para no poder olvidarlas, para martirizarme con cada gramo. Renuncié a mi misma por no ser capaz de luchar contra el tiempo. ¿A cuánto más estoy renunciando por no tener fuerzas para cambiar mi destino? ¿Quién me guiará por este brusco camino, plagado de cemento a medio echar? El desánimo se ha convertido en mi fiel compañero. ¿Por qué no busco otras compañías? ¿Por qué la lucha, la ilusión, el cambio no desean entrar dentro de mi equipaje? ¿Qué almas son necesarias dentro de mí?

PD: Esta semana he vuelto a la realidad después de mi semana por tierras holandesas. Los viajes no me sientan muy bien, por lo que me ha sido imposible pasarme por aquí. Pero espero volver llena de fuerza e historias que contar.

Comentarios

  1. Ya he estado es este mismo caos que estás ahora… Por mucho tiempo pensé que podría seguir sola, me alejé de todos, abandoné la universidad, me tomé todos los tragos de tequila posible y eso duró por más de 1 año, hasta que un día vi que yo no podría con todo sola y resolví buscar ayudar… Espero que vuelvas mejor, mis mejores vibras, guapa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias "rocket girl" por tu energia positiva. Trato de coger fuerzas para cambiar aquello que no me gusta, que me trastorna. Espero que esta vocanada de buena onda me dure el tiempo suficiente para llevar a cabo esos cambios. Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Confesó

Entradas populares de este blog

Explotemos juntos en alguna ocasión (continuación de "Ni tú pá mi, ni yo pá ti")

Y, de repente, para, se yergue y se distancia de él unos escasos centímetros, que ni el silencio se hubiera atrevido a atravesar. Le mira directamente a los ojos. Ella roza sus propios labios con su lengua para terminar con un pequeño mordisco en el labio inferior, por la parte izquierda de éste. Él se mantiene inalterable en su posición, controlando su deseo por ella, aunque su entrepierna tenga vida propia y roce suavemente el muslo derecho de su enigmática compañera sexual. Ella se inclina sobre él y echa su cálido aliento sobre la fina piel de su cuello provocando que ésta se erice, para terminar con un lametón a la altura de la barbilla. Y sin que ambos se rocen, sus lenguas se acarician atrayéndose entre si para terminar en un apasionado beso, que aunque comienza lento, termina salvaje, ansioso, donde las manos invaden el cuerpo del otro. Él la sube a la altura de su cintura y la penetra fuerte, mientras ella le rodea con sus piernas y su espalda es ahora la que golpea la

Sueños de medianoche

Nos escondimos en aquel viejo cuarto, tras las escaleras de la segunda planta, después de la sala de ordenadores de los de segundo de carrera, ¿te acuerdas? Dos pares de vaqueros tirados sobre el suelo. Mi camiseta sobre el pomo de la puerta. La tuya, sobre la pila de viejas CPU, de una generación ya olvidada. El aire la ondeaba como la bandera de un barco pirata reclamando su territorio. Golpeaste mi espalda contra la puerta, sujetando con firmeza mis brazos por las muñecas, quedando a tu merced. Me clavaste tu mirada con tal intensidad, que aún hoy sólo necesito cerrar los ojos para sentirla sola para mí. Me susurraste al oído derecho que cerrara los ojos y cuando mis párpados se bajaron sentí tus labios recorrer lentamente mi cuello hasta la clavícula, haciendo estremecer todo mi cuerpo. Tu lengua saboreó mis pezones haciéndolos endurecer. Ibas bajando hacia mi ombligo; tus manos acariciaban las curvas de mi cuerpo. Sutilmente retiraste la última pieza que cubría mi cuerpo, quedan

¿Lo probamos?

-¡Chist, calla! -¿Pero esto no lo puedo utilizar? -No, eso tampoco. -Pues, no sé yo si me va a gustar, ¿eh? -Déjame a mí y verás como te gusta. Colócate ahí.  -¿Dónde pongo las manos? - Tus manos irán agarradas a este par de pañuelos negros. ¿Te aprietan? -No, así están bien. Lo has hecho para evitar que te toque. -No. -Ah, ¿no? ¿Y entonces por qué ha sido? -Para que tú no evites que deje de tocarte a ti. -Te aseguro que no vas a conseguir mucho sólo con un par de besos. -En ese caso, no te importará que también te ate por los tobillos, ¿verdad? -No conocía este lado tuyo, le dijo él con la mirada traviesa. Mientras ella cerraba el nudo del tobillo derecho, levantó su mirada hacia él y sin nombrar palabra, continuó con el tobillo izquierdo. -Ahora sí cumplirás la norma, sentenció ella. Sólo había una, la única era dar placer sólo a través de los labios. Estaba prohibido el uso de cualquier otra parte de