Comenzaba a estar cansada. Tras dos tardes de interminables caminatas, de entrar y salir de cada tienda olvidada, llegó a casa con el espíritu fracturado y la autoestima convertida en cenizas. Había que estar preparada: el maquillaje natural resultado de tres horas y dos kilos de potingues sobre su rostro. Todo por parecer natural. No podía olvidar el peinado; debía permacer inalterable cada vez que quitaba y ponía una prenda. Y, lo más importante, el ánimo y las ganas debían estar en su punto más álgido. Todo era necesario para encontrar el vestido ideal; ése que te trasmite seguridad, que te da porte, que te hace sentir una mujer. Porque, reconozcámoslo, cada vez que nos subimos a unos tacones, nos sentimos más mujer, la seguridad se apodera de nosotras y, con suerte, nos sentimos sexy. Es díficil de entender cuan gran valor puede tener una simple prenda, ya sea de mercadillo o de Dolce Gabanna, que nos convierte en aquella que siempre queremos ser.
Y, de repente, para, se yergue y se distancia de él unos escasos centímetros, que ni el silencio se hubiera atrevido a atravesar. Le mira directamente a los ojos. Ella roza sus propios labios con su lengua para terminar con un pequeño mordisco en el labio inferior, por la parte izquierda de éste. Él se mantiene inalterable en su posición, controlando su deseo por ella, aunque su entrepierna tenga vida propia y roce suavemente el muslo derecho de su enigmática compañera sexual. Ella se inclina sobre él y echa su cálido aliento sobre la fina piel de su cuello provocando que ésta se erice, para terminar con un lametón a la altura de la barbilla. Y sin que ambos se rocen, sus lenguas se acarician atrayéndose entre si para terminar en un apasionado beso, que aunque comienza lento, termina salvaje, ansioso, donde las manos invaden el cuerpo del otro. Él la sube a la altura de su cintura y la penetra fuerte, mientras ella le rodea con sus piernas y su espalda es ahora la que golpea la
Parece una tontería,pero esa prenda tiene muchísimo valor,crees que te puedes comer el mundo si la llevas puesta.Hay que ver lo importante que es la imagen para la autoestima,¿eh?
ResponderEliminarLa verdad es que sí. Va inherente a nosotras. Pero lo mal que sienta salir a comprar una pieza en concreto y no traerte nada para casa. ¡Echo de menos las grandes ciudades! ¡Mis cazuelas por unos tacones!
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