A veces cuesta demasiado tomar decisiones. Equivocarse provoca ansiedad, incertidumbre. Tal vez, por ello, he esperado que los minutos pasaran para no tomar la decisión. Ahora, la decisión está tomada. Ya no hay opción de modificar el futuro inmediato. Demasiado recorrido y tan poco tiempo para transitarlo. Sé que no puedo retrasarlo, que debo afrontarlo y superarlo. Ésta es la única forma de estabilizar mi futuro. Sin embargo, las gestiones de la vida se cruzan, retrasan los planes iniciales. Era más fácil cuando de pequeños tomaban nuestras decisiones. La única excusa para no ir a clase era estar enfermo. Por ello, ahora cada vez que me salto las clases, siento culpabilidad de estudiante y/o profesora (más de cursos y clases particulares). Mañana habrá que tomar la decisión.
Y, de repente, para, se yergue y se distancia de él unos escasos centímetros, que ni el silencio se hubiera atrevido a atravesar. Le mira directamente a los ojos. Ella roza sus propios labios con su lengua para terminar con un pequeño mordisco en el labio inferior, por la parte izquierda de éste. Él se mantiene inalterable en su posición, controlando su deseo por ella, aunque su entrepierna tenga vida propia y roce suavemente el muslo derecho de su enigmática compañera sexual. Ella se inclina sobre él y echa su cálido aliento sobre la fina piel de su cuello provocando que ésta se erice, para terminar con un lametón a la altura de la barbilla. Y sin que ambos se rocen, sus lenguas se acarician atrayéndose entre si para terminar en un apasionado beso, que aunque comienza lento, termina salvaje, ansioso, donde las manos invaden el cuerpo del otro. Él la sube a la altura de su cintura y la penetra fuerte, mientras ella le rodea con sus piernas y su espalda es ahora la que golpea la
Tómala hoy en vez de mañana. :)
ResponderEliminarBienvenida "La niña de Caronte"! Tomé la decisión más beneficiosa para mi futuro. Iré.
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