Sentía cómo los nervios recorrían su estómago, de abajo a arriba, de arriba a abajo. Era una emoción sin igual. Ya se había comido las uñas de ochos dedos. Pronto, les tocaría a las de los pies. El corazón le palpitaba a cada paso. Sus piernas ya le empezaban a temblar. Parecía una Barbie a dieta (recuerdo las huesudas rodillas de mi barbie de la juventud). Frente a la puerta comenzó a gritar. El resto de chicas giraba a la cabeza, como un alien en busca de su presa. ¿Quien, quien? Ella, sin dudar, comentó: ¡ropa, ropa! ¡zapatos, accesorios! ohhhhhh, ¡bolsos: marrones, negros, de colores, de estampados! Entonces, la Amanda persona desapareció y se convirtió en la compradora: cara boba, ojos haciendo chiribitas y la eterna duda: ¿por dónde empezar? ¿Cómo combinar? Tres horas después, dos bolsas en cada mano, un par de pitillos, unas botas militares y todo lo que se le pudiera antojar, salió por la puerta. Desde fuera, veía como los eternos novios acumulaban entre sus brazos todo tipo de prendas, sólo deseando que esa fuera la última. Otro día más de la nueva temporada. Éste es su placer.
PD: Lo siento, la clave de humor no es lo mío. Hoy, han inaugurado nueva tienda de ropa en la ciudad y la emoción me inunda. Para mi gusto, hay poquísimas. Ahora me voy a conocerla. Buen fin de semana.
Amo las compras bueno creo que a todas la chicas nos encanta. Pero me frusta ir a tiendas y no encontrar nada que llame mi atención...
ResponderEliminarYa estoy de vueltas, gracias por siempre, sempre, estar allí.
Ojalá que tú texto se haya hecho realidad(:
ResponderEliminarNun-ca hay suficientes! ^_^ Espero que hayas arrasado con media tienda por lo menos! jijiji
ResponderEliminarUn Besin!