Ir al contenido principal

Maldito sea el tiempo

Cuando nos adentramos en nuestro primer mundo social, donde somos completos desconocidos, donde no sabemos si alguien se dignará o no a mirarnos, tenemos pies de cristal, no es necesario llamar demasiado la atención. Sin embargo, por dentro pedimos, NO, suplicamos que algunos de los allí presentes nos mire y nos sonría; parece que cuando hay una sonrisa de por medio todo desaparece, todo es más simple. La verdad es que no recuerdo cuando fue el día que conocí a mis viejas amigas, (después de haber sobrevivido a un colegio, a un instituto y a la universidad, tengo derecho a considerarlas "viejas amigas") aunque sí recuerdo el momento en que los lazos de unión comenzaron a desaparecer. Lo que antes era nuestro punto de unión, ya desapareció. Diferentes mundos, diferentes ciudades, en definitiva sentimientos diferentes. Echando la vista hacia atrás, me replanteo algunas amistades, porque cuando miro, veo que somos totalmente diferentes; letras contra ciencias, nunca nada fue más contrario. Tal vez por eso la distancia sea más llevadera, si nunca hubo punto de unión porque nos íbamos a mantener pegadas. Ahora toca adentrarse en otro mundo social, pero nunca fui partidaria de las grandes aglomeraciones. Era más fácil crear lazos cuando se tenían ocho o diez años, ahora con veinte y muchos, todo es más complicado. Yo sigo siendo igual de extraña, complicada en algunos casos, pero sobre todo difícil de conocer. La cáscara de timidez nunca se rompe desde dentro, es necesario tener la clave desde fuera. ¿Te atreves a descubrirla?

Comentarios

  1. A mi me cuesta tener vida social porque soy muy rara, tal vez muy exigente, no sé. El caso es que intentes conservar a esas viejas amigas, aunque cada una esteis en ciudades distintas estudiando cosas diferentes mantened vivo ese lazo que os une aún, que el mundo no es tan inmenso, ni hay realmente tantos como creemos que hay. Basta con saber que estarán cuando las necesites, no? un beso

    ResponderEliminar
  2. No hay nada como los amigos de toda la vida. Quizás porque son "culpables" en parte de haber conformado tu personalidad. Comprenden tus rarezas y no hace falta ocultarlas.

    Un besote


    Carmen

    ResponderEliminar
  3. está bien eso! jaja :)

    y me gustaría descrubrirla!

    un besito :)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Confesó

Entradas populares de este blog

Sin definir

Me hubiera gustado dejar algún texto, pero el día no ha sido muy bueno. La verdad es que hay días que sería mejor no levantarse. Os dejo por unos días. Voy a perderme entre playas y bosques, ruinas de otros tiempos, pasadizos a otros mundos, atardeceres con ojos a medio abrir y, tal vez, locuras de corazón. Espero volver con aires renovados, inspiración a borbotones y medias sonrisas sin descubrir. Besos a tod@s. Entrad en septiembre con recuerdos veraniegos y esperanza de próximas escapadas.

Se acordaron de mí

Debería haberlo hecho la semana pasada, pero no he tenido demasiado tiempo libre. Por ello, os pido perdón. Primero, quiero agradecer  a Nelly de "Los Silencios de Nelly" por concederme el Premio "Flor Naranja". Para mí ha sido una grata sorpresa, no esperaba haberme hecho un huequecito tan pronto en este mundo. También, quiero aprovechar para agradecer a María de "Árbol de Luz" por concederme un dulce premio (mmm, ¡qué rico!). Muchísimas gracias por acordarte de mí.  Sólo espero que sigáis disfrutando de mis entradas y que a través de ellas, os provoque alguna sensación. En mi siguiente post, indicaré mis seleccionados para que disfruten de estos premios como estoy haciendo yo. PD: Si me he olvidado de algún premio (tenga esa sensación), por favor, decirlo y lo posteo. Gracias. Beijinhos.

Querido diario

Querido diario, Hoy venía desarreglado, como si no hubiera tenido tiempo a arreglarse. Tal vez, se haya desnudado para otra. Aunque eso ya no me importa. Hace tiempo que sus aventuras dejaron de importarme, y sin embargo, no consigo escapar de aquí. Parece que este maldito anillo bloquea mis fuerzas, mi voluntad. Hace tiempo que dejé de existir. Ya no existe la Aurora de antes o, por lo menos, hace tiempo que dejé de reconocerme frente al espejo. También dejé de buscar mi reflejo porque odiaba lo que en él veía.  Al principio, te culpabilizas por la situación. Te convences a ti misma que aquello es pasajero, que ha sido un hecho aislado, producto del stress, de la tensión o de cualquier otra cosa nimia que en aquel momento te parece lo más grande del mundo. Pero se repite una y otra vez. En cualquier momento. En cualquier situación. Cualquier día. Intentas prepararte, como si fuera necesario un ejercicio de meditación para calmar su ira, aunque el ejercicio lo hacía yo. Mi i...