Sus ojos tristes renacieron de nuevo. Al principio solo era una pequeña
melancolía, pero según pasaban los días la tristeza se extendía por sus gestos.
El peso de su historia la llevaba en una pequeña mochila que acostumbraba a
pasear de aquí para allá. Porque sentía que la tristeza no era un estado del
ser, sino que era ella misma. Dejó de sonreír con los ojos, para pasar a
hacerlo en una pequeña mueca de sus suaves labios. Qué importancia tenía si en
ello nadie reparaba. Prefería esconderse detrás de objetos inanimados para
salvaguardar su coraza de latón, ya oxidada por las lágrimas que sobre ella ha
derramado. Escondite. Huída. Miedo. Simples palabras, sólo palabras.
Substantivos de sentimientos que no llega a comprender pero que hacen el camino
de ida y vuelta de su cabeza a su corazón. Intento de racionalizar lo que no es,
lo que sólo es puro sentimiento que no consigue comprender. Y Mika vive en mí
como estas letras penetran en ti.
Me hubiera gustado dejar algún texto, pero el día no ha sido muy bueno. La verdad es que hay días que sería mejor no levantarse. Os dejo por unos días. Voy a perderme entre playas y bosques, ruinas de otros tiempos, pasadizos a otros mundos, atardeceres con ojos a medio abrir y, tal vez, locuras de corazón. Espero volver con aires renovados, inspiración a borbotones y medias sonrisas sin descubrir. Besos a tod@s. Entrad en septiembre con recuerdos veraniegos y esperanza de próximas escapadas.
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Confesó