Le había cogido sentada en el baño. Estaba relajada, haciendo algo de fuerza y pensando en mil asuntos distintos cuando llegó ese mensaje. Ese mensaje que ojalá-pensaba-nunca lo hubiera leído. Ahora sólo podía afrontarlo . No paraba de pensar, ¡a mí ahora me viene con éstas! ¡Cómo sino tuviese suficiente ya con mi puto caos para venir a complicarme de nuevas! Ahora digo adiós, ahora regreso. ¡Pero qué se cree que soy un parabrisas!, así de indignada se mostraba Diana mientras hablaba en voz alta para sí misma. Menos mal que estaba obligada a tener postradas sus posaderas, duras de dos horas de gimnasio diarias, que si no ya habría perforado hasta el vecino del tercero. Sí, ése que, a pesar de estar casado y ser padre de dos niños, no para de mirarle las tetas en el ascensor, que algún día el babero se lo quita al bebé y se lo pone a él. ¡Veinte y seis días!, ¡veinte y seis!, repetía ella. Desde que me dijo que nuestros caminos tenían que separarse. ¿Y yo qué hice, eh? ¿Qué h...
Palabras que forman frases. Párrafos que expresan sentimientos.