Empezó a colocar aquellas viejas cajas llenas de cartas, fotografías, cosas acumuladas por costumbre o por melancolía. Permaneció en el suelo releyendo viejas cartas de amor nunca enviadas. Destapó viejos sentimientos que hacía tiempo la vida decidió desterrar de su pensamiento. Sentimientos nunca materializados, amores nunca correspondidos, besos no encontrados. Miró con detenimiento fotografías de momentos pasados, de viejas excursiones y amistades de instituto. Sonrió al ver de nuevo caras ya olvidadas, risas encontradas, conversaciones inspiradoras. ¿Qué permanece de aquello? NADA. Sólo recuerdos y viejas fotografías. Su pensamiento se vuelve melancólico. Echa de menos los cafés de los viernes, las conversaciones mundanas, los pensamientos de amores, las miradas insinuadoras de los pretendientes. Todo ha cambiado. Ya no somos aquellas chicas ilusionadas con el mundo. Hemos evolucionado. Hemos cambiado. El cambio nos ha distanciado. O, simplemente, hemos dejado que la cuerda que nos unía se deshilachara. Nuevas inquietudes, responsabilidades, amores, ¿amistades? Nunca se me dio bien estrechar lazos y aquí sigo esperando que la amistad se acerque a mí para confeccionar nuevos tejidos de unión.
Me hubiera gustado dejar algún texto, pero el día no ha sido muy bueno. La verdad es que hay días que sería mejor no levantarse. Os dejo por unos días. Voy a perderme entre playas y bosques, ruinas de otros tiempos, pasadizos a otros mundos, atardeceres con ojos a medio abrir y, tal vez, locuras de corazón. Espero volver con aires renovados, inspiración a borbotones y medias sonrisas sin descubrir. Besos a tod@s. Entrad en septiembre con recuerdos veraniegos y esperanza de próximas escapadas.
Comentarios
Publicar un comentario
Confesó