Se podría
decir que su actitud es comparable al chocolate; sabes, que no debes comerlo,
pero cuando quieres darte cuenta ha desaparecido media tableta entre tus labios
y ya sólo queda una pequeña mota de chocolate en tu rostro. Las marcas del
delito que todos tratamos de ocultar. Ella sabe que cuando pierde el control se
distancia cada vez más, pero no puede evitarlo, se le escapa de las manos, como
cuando tratas de retener el agua y ésta se acaba marchando entre tus dedos.
Pone una tirita tras otra y otra más, pero la herida no tiene tiempo de
curarse, porque lo que necesita es al aire fresco, no capas de excusas y
obviedades. Se siente una pequeña loca en su armario de latón buscándose entre
los espejos, pero hace tiempo que dejó de reflejarse en ellos. Ahora, sólo ve
un espectro de sí misma; las cuencas vacías penetran hasta el ser que un día
fue, que yace escondido en la quinta costilla del ayer. Y se pregunta, ¿dónde
está mi realidad? Debilidad, fragilidad, inseguridad, irracionalidad, locura.
De esta tarta sólo quedan las migajas y eso que el sabor era rancio y amargo.
En estos momentos podemos ver cómo sopla y sopla a velas que nunca existieron.
Una loca en su mundo tratando de aprender pero ha provocado que el mar borre
las huellas.
Y, de repente, para, se yergue y se distancia de él unos escasos centímetros, que ni el silencio se hubiera atrevido a atravesar. Le mira directamente a los ojos. Ella roza sus propios labios con su lengua para terminar con un pequeño mordisco en el labio inferior, por la parte izquierda de éste. Él se mantiene inalterable en su posición, controlando su deseo por ella, aunque su entrepierna tenga vida propia y roce suavemente el muslo derecho de su enigmática compañera sexual. Ella se inclina sobre él y echa su cálido aliento sobre la fina piel de su cuello provocando que ésta se erice, para terminar con un lametón a la altura de la barbilla. Y sin que ambos se rocen, sus lenguas se acarician atrayéndose entre si para terminar en un apasionado beso, que aunque comienza lento, termina salvaje, ansioso, donde las manos invaden el cuerpo del otro. Él la sube a la altura de su cintura y la penetra fuerte, mientras ella le rodea con sus piernas y su espalda es ahora la que golpea la
Habría que racionar el chocolate, probar un poco y aguantar hasta el próximo ataque de autodestrucción ;)
ResponderEliminarTotalmente cierto, Nelly, pero.......y lo que cuesta :P
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