Cuando no hay
nada que decir, cuando las palabras se atragantan a la altura de la campanilla
porque el cerebro no es capaz de unir una letra tras otra y, por tanto, no
existe orden posible emitida a los dedos para crear un minúsculo texto para
trasmitir lo que está bloqueado en el interior y aclamando a gritos por
salir. Desapareciste por el sumidero de la ducha como la espuma que caía
de mi cuerpo. Te busco en palabras aisladas, en canciones rotas y en las
entrañas de mi pérdida. La necesidad de conversaciones que den como resultado
frases tajantes "Tú no estás aquí para cubrir mis expectativas, yo no
estoy para satisfacer las tuyas, si nos entendemos bien, si no mejor que cada
uno haga su camino" o simples comentarios (Soy lo que quieres que sea al
igual que tu eres lo que yo imaginaré que eres) culpables de tantas letras aquí
descritas.
Pero,
nuevamente, oh, inspiración, abandonas este camino de niebla a la desdicha. Te
reclamo las palabras que otros quieren enterrar. Necesidad para mí, olvido para
otros.
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Confesó